Las artesanías de mimbre son una tradición en Tequisquiapan, donde muchas familias han forjado su patrimonio por varias generaciones a partir de esta actividad.
Sin embargo, tejer mimbre es un oficio que hoy enfrenta dificultades como los efectos de la contaminación ambiental, además de la llegada de materias primas asiáticas que han incidido en el mercado local.
Elías Nieto Díaz, artesano dedicado al trabajo de la cestería y la madera, recuerda que hace algunas décadas, las personas trabajaban la vara de sauz, la vara de sabino y el carrizo para la elaboración de canastas, de ahí se obtenía el mimbre.
Hacia los años 40 o 50, la familia de Elías se dedicaba al campo, pero la situación económica era difícil, así que sus abuelos comenzaron a trabajar en la cestería para tener un ingreso adicional, mencionó.
“Mi abuelo, al ver que había una posibilidad de tener dinero en el momento, porque fabricaban una canasta y la vendían en el momento, comenzó a dedicarse a eso”, comentó en entrevista para MQNEY.
Elías recordó que, en aquel tiempo, los artesanos obtenían la vara de los árboles que crecían a la orilla del río San Juan, que corre por Tequisquiapan.
Efecto en cadena
Pareciera que no tiene relación, no obstante, la contaminación del río San Juan es una situación que ha derivado en la falta de materia prima para quienes se dedican a la cestería y la elaboración de otras piezas de mimbre en Tequisquiapan y las zonas alrededor, aseguró Elías Nieto.
El cauce se ha visto afectado por la industria que ha aumentado su presencia en el municipio aledaño de San Juan del Río.
Además, dijo, la falta de este material, que antes abundaba en la región, ha llevado a que muchos de los artesanos compren el mimbre de importación, principalmente proveniente de Asia.
“Una situación que ha afectado mucho en Tequisquiapan es la contaminación del río San Juan, porque a partir de esto se dejó de producir el sauz, los mantos acuíferos se afectaron, la poda del árbol de sabino se perdió; y la vara de jara, la varilla se daba mucho en la presa Centenario y también se perdió por la contaminación”, lamentó.
“El mimbre es muy manipulable, era económico en su momento y se dejó perder el material, se dejó de cultivar, y artesanos y autoridades no buscaron una alternativa para mantener el proceso, así que, si bien todavía hay árboles no dan la misma calidad de materia prima”.
Ante la situación, Elías Nieto utiliza paja de trigo para sus artesanías, la cual compra en el Estado de México. “Ese material tiene mucha vista y el dinero se queda en el país, no se va para el extranjero”, señaló al referirse al producto asiático de importación.
Turismo, motor de la artesanía local
Nieto Díaz vende sus canastos en el Parador Artesanal y en la Casa del Artesano de Tequisquiapan. Durante la pandemia por Covid-19, comentó, no tuvieron una afectación importante, pues las personas siguieron comprando el producto.
“Vivimos del turismo y a pesar de todas las restricciones, sí hubo gente que venía a comprar. Yo en lo personal no padecí tanto, y platicando con otros artesanos tampoco se vieron tan afectadas sus ventas”, refirió. Las personas buscaron rediseñar sus casas y buscaban productos para decorar.
Pensando en legado de la tradición, Elías espera que algunos de sus nietos quieran seguir con la actividad, ya que sus hijos no están interesados en la artesanía.
“Yo veo que mis hijos no tienen interés, ojalá algunos de mis nietos sí lleguen a tenerlo, porque así se dan las cosas”, indicó con emoción de esperanza.