La forma en que se concretó la aprobación de la reforma constitucional para cambiar el funcionamiento del Poder Judicial en México, desnudó a la mal llamada “clase política” mexicana.
El “juego” de presiones, de amenazas, chantajes y hasta de ofrecimientos de dinero (como me lo comentó un senador que recibió una propuesta de este tipo a cambio de su voto en favor) retrataron al gobierno mexicano y al partido oficial tal como son: corrupción disfrazada de transformación.
La otra cara de la misma moneda fue la oposición, que quedó exhibida en esta especie de aquelarre político: con una profunda pobreza ideológica, sin pizca de moralidad; aliándose con políticos tan corruptos como los de enfrente, priorizando la nefasta política de “cuotas y cuates” en la repartición de candidaturas y de cargos electorales y en el total descaro, acusando a un par militantes corruptos de ser los causantes de la debacle.
Lastimera oposición
Que se aprobara la reforma constitucional para el Poder Judicial no fue gracias a los “traidores” de los Yunes, por los dos senadores del PRD que se pasaron a Morena ni por la ausencia de otro senador, este de Movimiento Ciudadano.
Ellos formaron “la gota que derramó el vaso”.
El principal motor que empujó a que Morena y sus aliados obtuvieran la mayoría calificada fue el rosario de errores y absurdos en los que incurrió la oposición partidista y claro está, por la vocación corruptora de Morena y sus satélites.
Esa vocación tuvo éxito porque en las filas de la oposición también existe. Y si a esto agregamos la maravillosa idea que tuvo el PAN y su dirigente nacional de “aprobar” que la fórmula al senado por el estado de Veracruz se constituyera por el hijo y el padre, el círculo vicioso se cerró.
Hoy hay que enfocarse en el futuro inmediato; esto es, en los siguientes tres años.
Para los morenistas, es promisorio pues controlarán, tarde que temprano, los tres poderes de la unión y, por ende, tendrán “manga ancha” para hacer y deshacer lo que a su criterio corresponda.
Para las oposiciones hay poco margen de maniobra. Quizá el único camino que tengan sea entender cómo y de qué manera evitar que los votantes les retiren su confianza después de los bochornosos sucesos que han protagonizado.
No será tarea fácil si comprendemos que los millones de mexicanos que votaron por el bloque opositor en las elecciones del 2 de junio se encuentran ya, o están a punto del desamparo político – electoral.
No están de acuerdo con Morena pero ni el PAN ni el PRI garantizan que con ellos las cosas cambien.
Hay, pues, orfandad opositora.
Futuro incierto
Y a cómo van las cosas, pareciera ser que priistas y panistas no han comprendido que lo más urgente de todo es el cambio drástico de sus comportamientos. Hacer a un lado a los grupos que están encaramados en el poder y, sobre todo, erradicar los comportamientos autoritarios e impositivos en las dirigencias partidistas y en la forma de gobernar de algunos de ellos en las entidades y municipios que aún están bajo su influencia.
Retomar, pues, las banderas de la democracia pero en los hechos.
De lo contrario, no resultará extraño que cunda una profunda desolación política entre quienes apostaron por el PRI y el PAN y pase a ser angustia para cuando tengamos próximas las elecciones de 2027.
La encrucijada está entre confiar de nuevo en esos partidos políticos o cambiar su voto. Pero ¿Por quién votar?
¿Cómo pensar o cómo justificar que la gente vuelva a votar por ellos si ellos ni siquiera han comenzado a trabajar para recuperar su confianza?
¿Cómo lograrán, en todo caso, que sus electores no se vayan a Morena?
Hay quienes consideran que es tiempo de decir adiós a este tipo de oposición y pensar en el surgimiento de nuevas opciones que encanten al votante tanto como lo ha logrado hacer el morenismo de la mano de su fundador.
Habrá que comenzar de cero. De nueva cuenta como hace 40 o 50 años, cuando México padecía el unipartidismo omnipresente del PRI.
Como en aquellos tiempos, no habrá otro camino que construir esa nueva opción.
Juan José Arreola de Dios es Periodista y analista en Comunicación Política
Twitter (X): @juanjosearreola