El Pueblo Mágico de Cadereyta, cuenta ya con una ruta gastro-turística dedicada a estos platillos.
México tiene una cultura gastronómica reconocida a nivel mundial. Incluso, desde el 16 de noviembre de 2010, la Organización de las Naciones Unidades para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), cataloga a la comida mexicana como patrimonio cultural intangible de la humanidad.
La diversidad cultural y étnica que dispone México a lo largo de su territorio permite tener una heterogénea oferta culinaria, que puede ir desde la tradicional sopa de lima de Yucatán, el tamal de bola de Chiapas, el mole negro de Oaxaca, un huachinango a la Veracruzana, una birria de Jalisco, un chilorio de Sinaloa o una corunda de Michoacán.
Querétaro también tiene una distinguida oferta culinaria, que van desde las emblemáticas enchiladas queretanas, las gorditas de migajas y, claro, la tradicional barbacoa.
En este sentido, el municipio de Cadereyta se alista para organizar su tradicional Feria de la Barbacoa y el Pulque y en donde los visitantes podrán degustar una amplia variedad tanto de la prehispánica bebida como del ancestral platillo.
Al respecto, la coordinadora del Centro de Atención y Protección al Turista de la Secretaría de Turismo del estado (SECTUR), Juliette Rojo Hernández, anunció la realización de la edición 2024 de la tradicional feria, en la comunidad de Boyé, municipio de Cadereyta, del 18 al 22 de septiembre.
Junto a autoridades municipales y productores de barbacoa y pulque, la funcionaria informó que la feria se ha convertido en un referente gastronómico para la entidad, ya que se espera una afluencia de cerca de 30 mil visitantes que degusten estos tradicionales platillos de esta región del estado.
“En cada edición, este evento se convierte en una oportunidad para saborear la riqueza de nuestra cocina, compartir nuestras costumbres y vivir la calidez de nuestra gente. La barbacoa, preparada con técnicas ancestrales, y el pulque, una bebida que nos conecta con nuestras raíces prehispánicas, son parte fundamental de la identidad de la región de Cadereyta”, destacó.
Dentro de la Feria participarán productores locales de barbacoa y pulque, además de presentaciones artísticas y culturales. Cabe recordar que el Pueblo Mágico de Cadereyta, cuenta ya con una ruta turística dedicada a la degustación de este platillo tradicional y la visita a la comunidad de Boyé, donde nace esta costumbre culinaria.
Cabe mencionar que las autoridades estimaron que este evento genere una derrama económica superior a los 30 millones de pesos, en beneficio de familias queretanas.
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Querétaro aparece en TOP 10 de los estados con más Pueblos Mágicos. A la fecha ostenta 7 Pueblos Mágicos de los 177 que existen en el país.
Los estados que encabezan la lista de Pueblos Mágicos son Puebla (12), Estado de México (12), Jalisco (12), Michoacán (10), Nayarit (9), Coahuila (9) , Hidalgo (9), Veracruz (8), Querétaro (7), Quintana Roo (7); y el resto de las entidades del país registran a 82 ciudades con esta distinción.
En junio de 2024 la Secretaría de Turismo Federal nombró al antiguo barrio de San Francisco Anbanica, en el municipio de Corregidora, Querétaro, como Barrio Mágico que, casi es lo mismo que un Pueblo Mágico, la diferencia es sólo su ubicación geográfica, por lo demás ofrece lo mismo que un Pueblo Mágico: simbolismo histórico, identidad gatronómica, cultural, artística, social, etc.
Los Pueblos Mágicos de Querétaro son: Bernal, Pinal de Amoles, Jalpan de Serra, Cadereyta, Tequisquiapan, San Joaquín y Amealco de Bonfil.
Bernal fue la primera ciudad del estado de Querétaro con este título (2005), y se ha convertido en el Top 3 a nivel nacional de los Pueblos Mágicos más visitados.
Los municipios queretanos que hospedan a estos 7 Pueblos Mágicos y al nuevo Barrio Mágico, tienen más de 2 mil unidades económicas que generan un estimado de 1000 millones de pesos anuales y más de 10 mil empleos. Al menos una cuarta parte de estos negocios dan servicio directo a los visitantes de dichas localidades.
Los Pueblos Mágicos son un programa del gobierno federal lanzado en el año 2001 para desarrollar el turismo en las distintas regiones del país.
El gobierno de México define Pueblo Mágico como “un sitio con símbolos y leyendas, poblados con historia que en muchos casos han sido escenario de hechos trascendentes para nuestro país, son lugares que muestran la identidad nacional en cada uno de sus rincones, con una magia que emana de sus atractivos; visitarlos es una oportunidad para descubrir el encanto de México”.
Desde hace varias generaciones, la familia de Óscar Sánchez se ha dedicado al cultivo del maguey, una actividad tradicional de la cual producen pulque -la bebida de los dioses-, pero, también han buscado diversificar el negocio frente a la competencia y los retos económicos.
La familia Sánchez vive en la comunidad de Boyé, en el municipio de Cadereyta de Montes, donde el cultivo del maguey es reconocido como una de las actividades características de la región.
“Viví con mis abuelos, y desde mis bisabuelos se dedicaban al cultivo del maguey. No tengo detalle desde cuándo exactamente comenzó la actividad en la familia, pero hablamos al menos de cuatro generaciones que yo tengo gusto de conocer”, comentó Óscar en entrevista.
“En la comunidad se habla del tema, hay pláticas de gente mayor que menciona una historia importante del maguey en el desarrollo de la comunidad”, dijo.
Actualmente, el cultivo de esta planta también les permite hacer otros productos como la miel de maguey, la cual han colocado poco a poco en el mercado local y fuera de la región.
Producción del maguey
La producción de maguey es relativamente fácil, mencionó Óscar Sánchez. “Hemos convivido con esto toda la vida, es una forma de hacer conciencia sobre la actividad. En este lugar, donde estamos, en este pequeño cultivo, es una planta (agave) de salmiana, son hijuelos que hemos quitado a las plantas de edad mediana, de tres a cinco años, que son los mejores productores de crías.”
Cuando se planta el maguey, se busca colocarlo en un “lugar privilegiado”. La lluvia es escasa en la zona, por lo que los productores tratan de ubicar alguna área que tenga un poco de humedad y pueda crecer la planta lo mejor posible.
Una vez que alcanza una altura de aproximadamente un metro (tres años), se considera un maguey en buenas condiciones para plantarlo en hilera, es decir, en líneas o surcos en los campos. Y, de ahí, se esperan tres años, al menos, para que madure.
En Boyé, refirió Sánchez Morán, se tiene una variedad de maguey que puede tardar hasta 15 años para que se pueda obtener aguamiel. Hay diferentes variedades de la planta, las cuales tienen diversos tiempos de maduración.
“Hemos encontrado en cada tipo de maguey, sus cualidades para aprovecharlas. Antes había magueyes de aquí, de Boyé, pero también fueron trayendo variedades de otras entidades que se han ido adaptando”, señaló.
De pulque a miel de maguey
La elaboración del pulque data de tiempos ancestrales. Los pueblos prehispánicos le llamaban la “bebida de los dioses”, sin embargo, el aprovechamiento del maguey va más allá para Óscar y su familia, quienes han diversificado su negocio produciendo miel a partir del aguamiel.
La miel de maguey es una buena alternativa debido a la demanda que tiene, además de que su producción es más rentable.
“La miel de maguey ayuda a la diabetes y para nosotros es más rentable. Otra de las razones es que se puede almacenar y comercializar de acuerdo con la demanda”, señaló Óscar. La producción es a partir de la demanda, aproximadamente cien litros al mes.
“Es una producción artesanal, se utilizan contenedores más pequeños, se manejan cantidades más pequeñas, a una temperatura uniforme; es un producto natural y no tiene caducidad, prácticamente”, añadió.
Aprovechar las propiedades del maguey es una tarea que también ha conferido a los productores de la comunidad de Cadereyta de Montes, quienes han buscado la asesoría de instituciones como la Universidad de Chapingo o el Instituto Politécnico Nacional (IPN), con quienes han tenido pláticas y participado en foros para avanzar de manera productiva, sustentable y favorable para todos.
Fotos: Lucero Almanza Escalante