Estuvo en la cárcel acusado de un delito que no cometió. Ahí sufrió la peor crisis de su vida, pero también ahí creó un negocio que hoy les da esperanza a los presos. “Que tú no puedas decidir qué te pones, adónde vas, a qué hora comes, a qué hora te levantas, si puedes ir a algún lugar o no… Cuando unas personas que tú no conoces deciden por ti… Esa situación es aterradora y no se la deseo a nadie”, cuenta Jorge Cueto, fundador de Prison Art, un emprendimiento social que busca reinsertar a los presos al mundo laboral para evitar que sean captados por la delincuencia organizada. Jorge diseñó un modelo de negocio en el cual los presos tatúan diseños únicos en piel y crean productos exclusivos (como chamarras, carteras y bolsas) que son vendidos en tiendas boutique de Europa y México, y en todo el mundo por ecommerce. Los presos, al aprender un oficio y ser liberados, son invitados a seguir trabajando en Prison Art, con lo que se evita que se vean obligados a recurrir al crimen para poder comer. Para Jorge, la crisis económica, social y de salud provocada por COVID-19 que aún vivimos es tremenda, pero jamás es tan grave como quedarte sin tu libertad. Por eso, él ve el futuro con esperanza: “Esta crisis es durísima, pero tenemos manos, podemos hacer las cosas, nuestra cabeza funciona bien, estamos en libertad, podemos movernos.”