Hace unos días tuve la oportunidad de participar en un foro donde hablamos de los desafíos que enfrentan las micro, pequeñas y medianas empresas para acceder a un crédito que los ayude a subsistir durante sus primeros años de arranque y el análisis nos condujo a un panorama lleno de áreas de oportunidad, pues desgraciadamente no existen estrategias gubernamentales que les brinden un apoyo integral para que no mueran en el intento.
El sistema financiero está diseñado para servir a las grandes y medianas empresas, las cuales solamente representan el 5% de las empresas en México, y dejan de lado a las Pequeñas y micros que son el otro 95%. Esto sin considerar que existen 32 millones de personas en la economía informal, cuyas posibilidades de acceder al sistema financiero son muy limitadas.
Afortunadamente comienza a generarse un movimiento de entidades financieras que usan la tecnología para brindar servicios financieros, mejor conocidas como Fintech, quienes están viendo la oportunidad de un mercado mal atendido y están generando soluciones.
El INEGI señala que hasta el 2019, en México, la esperanza de vida de un establecimiento al nacer es de 8.4 años, aunque varía según el estado de la República donde se encuentren, siendo Oaxaca, la entidad que tiene la mayor esperanza de vida al nacer, con 11.4 años, mientras que Tamaulipas registra una esperanza de vida de 7.2 años, ubicándose en el último lugar de la lista nacional; Querétaro se ubica en el tercer lugar, de 32, con una esperanza de vida de 9.8 años, mientras que a nivel nacional el promedio de vida es de 8.4 años.
El mismo organismo señala que en 2019, de cada 100 establecimientos que nacen, casi 52 mueren antes de cumplir los dos años, el INEGI explica que 31 negocios mueren antes del primer año y 21 entre el primero y antes de cumplir el segundo año, aunque la proporción de muertes de los negocios disminuye en tanto tienen mayor edad. Las cifras nos hacen ver que esto es un problema sistémico que no ha sido atendido adecuadamente por los diferentes niveles de gobierno, pues vemos esfuerzos importantes, por ejemplo, en el estado de Querétaro, sin embargo, no son parte de una estrategia nacional que impulse la consolidación de los negocios en todos los rincones del país.
Estos datos son importantes, pues no olvidemos que las PyMEs generan el 80% de los empleos en nuestro país y representan el 52% del Producto Interno Bruto.
Pero, ¿por qué fracasan las PyMEs? Hay muchas razones; según la Radiografía del Emprendimiento en México, estas fracasan por la falta de conocimiento en un 34%; mala administración, 32%; problemas con los socios, 25%; falta de capital de trabajo, 23%, problemas para conseguir financiamiento, 22%; falta de clientes, 18%; disponibilidad de tiempo, 14%; falta de conocimiento técnico, 11% y problemas con el equipo de trabajo, 7%.
Aunque ya se ha dicho hasta el cansancio, es importante mencionar un parteaguas que vivimos recientemente: la pandemia, pues modificó radicalmente la concepción y operación de los negocios en todo el mundo y México no es la excepción, de ahí la necesidad urgente de generar esquemas que ayuden a esos pequeños negocios en esta etapa crucial de reactivación de la economía, pues además de la emergencia sanitaria que provocó el Covid-19, tenemos otros factores como la invasión rusa a Ucrania, la inflación o la guerra comercial de China con Estados Unidos, aunque recientemente estos gobiernos buscaron limar asperezas con el encuentro de Biden con Xi-Jinping en el marco de la cumbre del G20.
El gobierno federal es miope al no ver que apoyar a las Mipymes, es la forma de generar más empleo formal, sacar a millones de personas de la informalidad, incrementar la recaudación de impuestos, y con dicha recaudación invertir en la salud y educación de los mexicanos. Con empleo, salud y educación, podemos darle movilidad social a los más de 50 millones de pobres que hay en nuestro país, que, con los programas sociales, solamente siguen siendo un poco menos pobres.
Considero que debemos hacer énfasis en la importancia de realizar un programa entre el gobierno federal y el empresariado, donde podamos detonar la creación de empleos formales a través de las Mipymes, acompañado de una mejor educación y salud, de manera que podamos generar un piso más parejo para todos y realmente cambiarle el rostro a nuestro querido México.